jueves, 19 de noviembre de 2009

Carta de Presentación Curriculum

Conclusión. Una gran cadena de hechos enlazados

“(…) la inestimable venta de penetrar en profundidad en el análisis de las causas de la situación presente y de ver cómo estas se fueron desenvolviendo, con el correr del tiempo hasta llegar a la actualidad” (Ferrer, 1963, pág. 23)

A lo largo de este trabajo podemos visualizar no solo distintos modelos económicos desarrollados, sino también, diversos pensamientos, distintos modos de dirigir; pero principalmente se puede destacar un factor importante: la continuidad de los hechos.
Uno de los objetivos principales de este trabajo consistía en mostrar como los hechos con continuos, como unos influencian a los posteriores; en cierta forma, se puede ver claramente como nuestro pasado determina nuestro futuro de alguna forma. Las malas decisiones que se tomaron tiempo atrás, como el modelo neoliberal de los militares, puede repercutir en nuestro presente y hasta en nuestro futuro, como la crisis del 2001, la pobreza que vivimos actualmente, la desocupación, la deuda externa que viene acumulándose desde el modelo agroexportador. Como sostiene también la cita de Ferrer, nos encontramos en un camino marcado por nuestros antecesores; sin embargo, estamos a tiempo aún de revertir la situación, de producir un cambio que se sienta a futuro. Si las personas toman conciencia de lo que vivimos antes, de los que estamos experimentando ahora, podemos lograr un cambio que reacomode nuestro curso en la historia. Esto lleva al otro objetivo: la concientización de las personas.
De alguna manera, nosotros somos lo que provocamos lo que vivimos, es nuestro pueblo, nuestra democracia y a través de nuestras decisiones, tanto buenas como malas, la vamos manejando. Los últimos años consistieron de decisiones terribles consecuentes, que terminaron en caos, pero hay chances de que eso se pueda revertir. Cuando uno se mantiene informado y sabe, puede plantear cambios y tomar buenas decisiones; lo que se requiere acá es un cambio: abandonar la ignorancia, no creer que no hay solución y poner énfasis en el cambio que estamos esperando. Nosotros vivimos es producto de nuestras decisiones, y debemos comprender que para vivir bien no hay que hacer las cosas de forma ligera y sencilla, sino intentar solucionar los conflictos, a pesar de las complicaciones y los problemas, porque el resultado, al final, resulta ser productivo.

Capítulo V. Actualidad: ¿cómo sigue nuestra historia?

Luego del período del neoliberalismo, nos encontramos en la etapa actual, llena de inestalibilidad, estancamiento, caos. Luego de la crítica situación que experimentamos en la segunda etapa del siglo XX, hoy estamos intentando sacar al país adelante, intentar apaciguar la inflación, solucionar tanto los problemas derivados a la deuda externa, como la pobreza, las altas tasas de desocupación, la falta de salud, educación, mejorar nuestra situación de alguna forma.
En el aspecto político, experimentamos una certera inestabilidad, ya que por la misma casa Rosada, pasaron tres presidentes en un mismo año, hasta que por fin la situación se intentó estabilizar con la llegada de Eduardo Duhalde, quien introdujo la “Ley de Emergencia Pública”, por el cual Argentina salió del sistema de convertibilidad, y con la devaluación del peso.
Finalmente, nos ubicamos en el gobierno de Néstor Kirchner, el cual, criticando el modelo neoliberal que implantó, dicen haber 2acabo con este sistema”, y a través de la deuda de canje, logra solucionar el default que el país estaba sufriendo; además, se nota claramente el aumento de las exportaciones durante su gobierno, lo cual resulta paradigmático ya que, no crecía el país, si no que había bajas en el contexto internacional.
Realmente, este período no puede darse una certera respuesta de cuál es el modelo político económico que se está siguiendo, ni se sabe como continuaran la economía nacional a futuro; no obstante, claramente mirando nuestro pasado, podemos predecir que puede pasar a futuro a partir de las malas elecciones. Creo que a esta altura de haber padecido semejantes catástrofes y crisis, deberíamos comenzar a fijarnos en las elecciones que se llevan a cabo, para donde apuntamos y de qué forma queremos llegar. La experiencia que vivimos y afortunadamente sobrevivimos es una enseñanza que debemos utilizar para lograr que el país salga a flote, o incluso, que prospere.

Capítulo IV. La desindustrialización y el neoliberalismo (1976-2001)

“Las reglas del juego formalmente instaladas en el programa del 2 de abril de 1976 conforman las peores respuestas posibles a los desafíos y las oportunidades de la globalización” (Ferrer, 1980, pág. 419)
A partir de 1976, Argentino experimentó un nuevo cambio, respecto a la política económica nacional: se comenzó un creciente proceso de desindustrialización, donde no solo se desvirtuó y criticó el rol del Estado como un “Estado de Bienestar”, sino que comienza un proceso de privatización de empresas públicas y se fomenta el proteccionismo. Efectivamente, el cambio fue realizado no solo por el cambio radical de gobierno y presidente al mando, sino que también fue por la influencia de las ideas que se estabn desarrollando en Estados Unidos; el neoliberalismo comenzó a tomar un rol más importante tanto en Argentina como en el resto del mundo, pero a diferencia del resto, los cambios provocaron daños fatales. El neoliberalismo, a diferencia del proceso de sustitución por importaciones, sostiene y defiende el modelo económico capitalista y librecambista, y a lo largo de estos años, se marcó más que nada, por el cambio de la industrialización hacia la “desindustrialización”. Asimismo, se muestra claramente, el proceso de deterioración nacional; este es el punto donde la economía del país comenzó a decaer de forma drástica, provocando cambios irreversibles. Nunca presidente a los largo de esta etapa fue capaz de restituir la economía nacional; y durante los últimos diez años, los daños fueron tan graves, que finalmente acabó en la crisis del 2001.
En un contexto de caos e inestabilidad internacional, se desarrollo la cuarta etapa del modelo político económico Argentina. Este período se caracteriza principalmente por tres factores: en primer lugar, la profunda evolución y expansión de la globalización; en segundo lugar, por el incremento acelerado de la deuda externa de los países latinoamericanos y; finalmente, por el fin del “período dorado”, es decir, el período de industrialización. La expansión de la globalización provoco, por un lado, el movimiento de los distintos factores de producción, como por ejemplo, el comercio exterior, donde hubo un aumento en la producción mundial, esencialmente de aquellos objetos que requerían mayor elaboración, que poseen más tecnología y valor agregado; el aumento de inversiones, pero que se concentraban principalmente en países fuertes en la industria, el progresivo aumento de las migraciones, tanto de los países subdesarrollados hacia Europa, como viceversa. Por otro lado, hubo un asimétrico desarrollo en el contexto mundial, donde las riquezas las empezaron a concentrar unos pocos.
Asimismo, a partir de 1970, se produjo un incremento desproporcional de los préstamos por parte de las hegemonías mundiales; de este modo, “(…) la deuda externa latinoamericana aumentó vertiginosamente” (Ferrer, 1980, pág. 381) y fue, principalmente, por la pérdida de prudencia por parte de los países latinoamericanos que desmedidamente aceptaban estos préstamos, entre ellos, Argentina. Entre 1973 y 1982, la deuda externa aumentó de 5 mil a 44 mil millones de dólares, es decir, un incrementos del 800%, una de las cifras más altas que se registraron en Latinoamérica (pág. 381).
Dentro del contexto nacional, se registraron tres etapas políticas marcadas: la Dictadura Militar, entre 1976 y 1982, con la derrota en Malvinas; el gobierno de Raúl Alfonsín, entre 1983 y 1989, donde presentó su renuncia al puesto de presidente con la llegada de la hiperinflación a causa de las fluctuaciones de su modelo político económico; y finalmente, los dos gobiernos consecutivos de Carlos Menem, que acabaron en el año 2001 con la crisis Argentina y “el corralito”.
Luego del débil gobierno de Isabel Perón, segunda mujer de Juan Domingo Perón, incapaz de incapaz de erradicar la violencia, restablecer el orden y conducir eficientemente la economía, fue sacada de su puesto con un Golpe de Estado del oficialismo en 1976, donde se declaró un gobierno de facto. A partir de ese momento se instauró la Dictadura Militar, y con él un proyecto económico denominado “Proyecto de la Reorganización Nacional”, impuesto por el ministro de Economía, Jose Alfredo Martínez de Hoz, el cual pretendía detener la especulación, resolver el desorden económico, alinear de nuevo al país, restablecer el rumbo de la economía Argentina en el mercado, contener la inflación y estimular la inversión de capitales extranjeros. Este nuevo proyecto implicaba esencialmente un cambio brusco en la orientación política económica, y esta influencia ideológica corresponde al neoliberalismo que se estaba desarrollando en el exterior. Ergo, este cambio implicaba el proceso de desindustrialización y retornar al antiguo sistema agroexportador, por lo que se empezó a fomentar de nuevo la producción agropecuaria y se querían también estimular la inversión extranjera en la zona rural. En adición, este proyecto de reorganización se focalizó más que nada en tres objetivos: la apertura económica, mediante la reducción de protección de los productos internos y la disminución de impuestos a los productos importados, en otras palabras, se vuelve al antiguo método de importaciones, y se deja de lado el intento de autoabastecimiento; la redistribución del ingreso; y, finalmente, la reforma financiera para permitir el ingreso de capitales desde el exterior. La crítica hacia la intervención del Estado en el antiguo modelo también fue fuerte: afirmaron que “(…) los efectos negativos de este modelo [de industrialización] eran la fuerte presencia estatal, el elevado proteccionismo, y la persistente inflación (…)”. Se ve claramente la ideología neoliberal, por el que el Estado dejo de cumplir el rol de Estado empresario. Finalmente, la desindustrialización se llevó a cabo de forma acelerada por la incapacidad que veía el gobierno de competir con ellos productos manufacturados importados; se congelaron los salarios, y se estableció el librecambio.
En un comienzo, parecía que estas medidas lograrían avances en el país ya que había logrado detener la inflación; no obstante, causó efectos contrarios, incluso catastróficos que dejaron hasta hoy sus vestigios. La enorme creciente de desempleo y pobreza, el desorden macroeconómico, el caos, la violación de los derechos humanos, la dependencia, la caída del salario real, los 30 000 de desaparecidos, el gran endeudamiento externo, la inflación y la derrota en Malvinas fueron las consecuencias de este proyecto, que provocaron daños irreversibles y que tuvieron su repercusión en el futuro; como en el gobierno de Menem. La etapa de la Dictadura Militar fue una etapa desastrosa para la economía Argentina y de allí se derivaron los consecuentes problemas.
Con la caída de los militares en 1982, un hombre llegó con un planteo para intentar solucionar los problemas catastróficos que estaba padeciendo el país. Raúl Alfonsín, asumió el mando en una situación trágica: recesión, desempleo creciente, desocupación, inflación al borde de una hiperinflación, y con una deuda externa de 45 mil millones de dólares. Él planteó una política económica, al igual que los militares, neoliberal, pero con algunos cambios, que se desarrollo en tres etapas. En la primera etapa, planteo no solo el incremento del PBI anual en un 5%, sino que también pretendía contener la inflación, elevar los salarios reales de las personas, utilizar los fondos para mejorar la educación y la salud general, y además, llevó a cabo el Plan Alimentario Nacional, donde otorgaba canastas familiares de comida a costos ms bajos para aquellos que carecían de recursos. Esta primer parte fue un completo desastre porque se agravó la situación enormemente y hubo un aumento de la desocupación y la pobreza. En 1985, Alfonsín planteó una “Economía de guerra”, donde correspondía una reducción del gasto público, el aumento de las tarifas y la suspensión de obras públicas. Asimismo, estableció el “Plan Austral”, donde incorpora una nueva moneda: el austral. Esta etapa presenta mejoras significativas en el empleo, los salarios y en la producción; no obstante, no lograba sostener ni alcanzar el equilibró macroeconómico. Último pero no menos importantes, fue la tercera etapa en 1988, donde implantó el “Plan Primavera”, el cual establecía tanto la privatización de empresas estatales como la apertura de la economía, pero no se pudo sostener más que nada por la enorme oposición y el escaso apoyo. En fin, el proyecto fracasó; consecuentemente, la devaluación de la moneda causa un incremento acelerados de los precios en un 1700% y finalmente, desemboca en una hiperinflación. En esta instancia crítica y a seis meses de terminar su gobierno, Alfonsín presenta su renuncia; y este período es conocido como la “década perdida de los años 80´”
Para ir concluyendo con este período, desembocamos en los dos gobiernos – peronistas - de Menen, donde continuó con este implante neoliberal. Él, principalmente, quería tanto la apertura económica como la privatización de empresas públicas, la reforma del estado, y la desregulación de los mercados; es decir, que perseguía los mismos objetivos que los militares y que su predecesor, Alfonsín; sin embargo, los llevó a cabo a través de métodos diferentes: su ministro de economía, Domingo Cavallo, instauró el “Plan de Convertibilidad”, “(…)el peso tendría una paridad “uno a uno” con el dólar, y esta paridad estaría garantizada por el Estado” (“La enciclopedia del estudiante: Historia de la Argentina, 2006, pág. 243). El proceso de privatizaciones, la declinación de la inflación y la estabilidad de los precios fueron otros de los métodos que se utilizaron; pero el Plan de Convertibilidad logró tanto el incremento del PBI, la disminución de la inflación, el aumento de inversiones de capitales extranjeros y del consumo. Sin embargo, este plan era un arma de doble filo porque, por el otro lado, había un déficit en la balanza comercial, la deuda externa iba en constante aumento y el generalizado consumo de productos importados provocó que munchas empresas nacionales cerraran y, en consecuencia, incremente la desocupación.
El pueblo, incapaz de ver la otra cara de este plan y la crisis que se se desencadenaría a futuro, reeligieron a Menem como presidente, pero el país ya no era el mismo a esta altura y poco a poco comenzaron a salir a la luz las tensiones sociales y políticas. Diez años luego de ser electo presidente de la Nación por primera vez, la situación Argentina era inviable y los problemas económicos empezaron a aparecer paulatinamente: decreció de forma considerable el nivel de actividad, mientras que se generó un incremento de la desocupación y el subempleo, los salarios reales decayeron y hubo una gran caída en la acumulación de capital, aumentó el índice de pobreza y se deterioró tanto al salud como la educación y la seguridad. Menem abandono su gobierno en 1999, dejando encima del país esta situación crítica, culminante, a punto de llegar a la catástrofe.
Mientras transcurría esto, fuerzas de la UCR y Fresado unieron fuerzas y formaron la Alianza, entre los que conformaban esta alianza se encontraba Fernando de la Rúa, el cual fue elegido presidente en las elecciones de 1999. La situación económica argentina en ese punto era crítica, ya que el Estado no tenía forma de financiar sus gastos y no había prácticamente inversión de capitales extranjeros. Se requería la urgente devaluación de la moneda y terminar con la convertibilidad, pero el presidente se negó; el sistema financiero se encontraba al borde del colapso y el propio presidente se encontraba aislado ya que había perdido el apoyo de muchísima gente, hasta de la propia Alianza. Finalmente, la economía Argentina colapsó en el 2001 y se produjo una enorme movilización popular. Se decretó el “estado de excepción monetaria”, mejor conocido como “el corralito”, donde los depósitos bancarios quedaron paralizados, el dinero desapareció de las calles y se ponían hacer extracciones de montos bajos. Era tal el estado caótico, tanto económico, como político y social, eran tales los saqueos, los “cacerolazos”, que el presidente presentó su renuncia y fue reemplazado por Adolfo Rodríguez Saá.
Claramente, este período consiste y muestra la decadencia de la economía Argentina, como paulatinamente las fluctuaciones y problemas fueron saliendo a la luz, a raíz de esos problemas que nunca se solucionaban, la crisis fue incrementando, como un vaso de agua hasta que en el 2001, “se llenó” completamente, provocando el colapso. No obstante, no fue producto de esta etapa únicamente, ya que, se puede ver en capítulos anteriores que la crisis, la deuda, la debilidad política provenía de antiguas etapas.

Capítulo III. Etapa de industrialización nacional (1930-1976)

Luego de la crisis de 1930, Argentina perdió el protagonismo que solía tener en el mercado mundial en el período del modelo primario exportador. Este radical cambio se distingue claramente entre la crisis del 30´y el establecimiento de la dictadura militar (dentro del marco nacional); un período de verdadera inestabilidad política ya que, a lo largo de los 36 años que duro esta etapa, hubo cambios radicales con respecto a la política económica del país, influida esencialmente por las ideologías del gobierno a la cabeza del país. Por otro lado, hubo cambios sustanciales en cuatro sectores importantes: el reemplazo de la economía primaria exportadora por el sistema de sustitución por importaciones, el desarrollo industrial, el nuevo rol del Estado y el cambio de rol en el sector agropecuario.
Hacia 1930, se distingue un cambio profundo del rol Argentino en el mercado mundial, debido a la necesidad del desarrollo industrial y tecnológico dentro del ámbito interno y a la transformación del contexto internacional. En consecuencia, se produce un quiebre del sistema de vinculación internacional; en este período de crisis se firmó el tratado Roca-Runcimman entre Inglaterra y Argentina, donde se aseguraba la venta de carne al mercado inglés mientras Argentina aceptaba realizar enormes concesionarias. Asimismo, hubo importantes caídas tanto en las importaciones como en las exportaciones: mientras que en 1920, los productos exportables, como la carne y los cereales, constituían del 25 al 30% de las exportaciones, en 1930, pasaron a ser del 10%; con respecto a las importaciones estas también decrecieron significativamente. En el ámbito textil, las importaciones cayeron de un 40% a un 25%, mientras que en los bienes de consumo la caída fue del 37% al 4%. Esta etapa representa una gran declinación económica por lo que fue necesario un cambio en el sistema económico.
La solución a este problema fue el desarrollo de las industrias en el ámbito nacional con el fin de independizarse de la necesidad de importaciones de productos internaciones; es decir, restringir las importaciones hasta un nivel permitido, y de esta forma, es desprecio de la moneda nacional sería menor. No obstante, la reducción de productos importados y el mantenimiento del ingreso nacional producen, como consecuencia, el aumento del precio de estos artículos importados en el mercado interno, mientras que los salarios no crecen en la misma proporción que los precios de los productos. El efecto de este cambio beneficiaria en cierto modo a las empresas industriales, ampliando su margen de ganancias a partir de la producción masiva de los bienes previamente importados por el país; en otras palabras, las empresas industriales nacionales abastecerían la demanda con aquellos productos importados que se dejaron de importar, satisfaciendo la producción y el consumo interno. Esta sustitución de importaciones no es un proceso estático, sino más bien, consiste en un proceso dinámico de abastecimiento y satisfacción de la demanda que va cambiando con el desarrollo. Lo que se intenta llegar es a la industrialización del país, para lograr la sustitución de las importaciones y, finalmente, lograr una autarquía, es decir, una economía autoabastecida. Esta iniciativa produce un cambio en las tendencias: en primer lugar, un cambio en la estructura de producción, en este caso sería el desplazamiento del crecimiento económico del país hacia las industrias; y en segundo lugar, la incorporación de nueva tecnología, insumos y equipos del exterior, necesarios para aumentar la productividad de estas industria. En resumen, estas sustituciones de importaciones en países de desarrollo industrial tardío presentan tanto factores a favor como en contra: por un lado, ayuda a incorporar tecnología nueva y adecuada estructura de producción, pero, por el otro lado, no logra el nunca a la autarquía total de productos importados y abastecimientos de manufacturas.
Este cambio en el sistema económico es la principal ideología que permite el amplio progreso de las industrias nacionales, además de estar determinada por otros tres factores esenciales: desarrollo tecnológico, tamaño y estructura de mercado y el comercio exterior. Las industrias, en la época previa a la Revolución Industrial, disponía de conocimientos tecnológicos rudimentarios, procesos productivos de pocas etapas y actividad mecánico-manual; pero luego de la Revolución industrial, hubo un increíble avance y progreso tecnológico con respecto a la maquinaria y, en consecuencia, de los productos manufacturados. Comenzó una etapa de mayor complejidad, producciones en masa, sin embargo, en un país subdesarrollado como Argentina, la demanda de manufacturas y equipos complejos es muy reducido; el ingreso disponible se gasta esencialmente en alimentos y otros tipos de consumo. Además, este tipo de país tiende a concentrar la producción en otros tipos de industrias, las tradicionales, ya que requieren menor demanda de inversiones, menor complejidad tecnológica y no requieren de una gran movilización de capital; son más simples. Luego de un tiempo, una vez que se instaure el sistema de sustitución, las industrias más dinámicas tendrán mayor importancia. Argentina es un caso significativo del desarrollo de las industrias, y se puede ver claramente en contraste con el agro durante la etapa del modelo agroexportador y la de sustituciones por importación. Durante el sistema agroexportador, el agro generaba el 45% del valor agregado, mientras que la industria únicamente producía el 40%, bajo la dependencia de la producción y desarrollo del agro; en 1940, se produjo un cambio radical, donde las industrias asumieron el liderazgo y proporcionaban el 70% del valor agregado, mientras que el agro generaba el 17%. Claramente, se puede ver en estos porcentajes un desplazamiento del agro: en este período, la industria es el modo de producción dominante, y se distinguen dos etapas de este desarrollo. La primer fase, entre 1930 y 1950, donde hubo un amplio progreso de la industria tradicional, como por ejemplo, la textil. La segunda fase, entre 1950 hasta 1970, se produce un desarrollo importante en la industria dinámica, donde finalmente asumen el liderazgo. Durante la segunda fase, la industria dinámica proporciono el 80% del valor agregado y este nuevo desarrollo industrial en Argentina, provocó alteraciones en dos factores: la circulación del capital, los salarios, y el trabajo, donde hubo un aumento intenso en el uso de mano de obra. No obstante, a pesar del amplio desarrollo industrial, característico de esta época, esta estructura plantea dos cursos fundamentales la cual un país de desarrollo tardío: o bien, puede producir un cambio definitivo en la estructura de exportaciones, produciendo y exportando manufacturas en vez de materias primas y alimentos, este curso constituye la formación de una economía industrial avanzada; o bien cubrir la demanda de importaciones con divisas de exportaciones de los productos primarios. Este segundo curso, más bien característico de la Argentina, conduce íntegramente a un estrangulamiento externo, por que claramente se sabe que los productos primarios exportados no son capaces de satisfacer la demanda interna de importaciones. Hay que tener en cuenta esto ya que, Argentina, durante este período, no logra un desarrollo industrial completo.
Con el cambio de modo de producción y el avance de las industrias, también se altera el rol del sector agropecuario en la economía nacional. A partir de 1930, la zona rural comienza a cumplir dos funciones importantes: en primer lugar, sustentar al país con materias primas y, en segundo lugar, generar suficiente capital y productos primarios para abastecer a las industrias nacionales. La agricultura y la ganadería pasaron a un segundo plano; ya no consistían la actividad primaria y esencial para abastecer al país, ese puesto lo arrebato la industria luego de la crisis de 1930; el volumen de producción cayó enormemente, y de forma consecutiva, disminuyeron los saldos exportables. No obstante, no hay competencia ni contradicciones entre ambas actividades ya que, a pesar de que la agropecuaria dejo de ser la actividad primaria, la industria seguía dependiendo del desarrollo agropecuario. El sector agropecuario también fue receptor de una interesante evolución, debido a esta industrialización nacional y el mercado nacional y, como consecuencia, permite que se satisfaga la demanda interna. Pero, por el otro lado, si nos focalizamos detenidamente en el sector agropecuario, también hay una distinción importante: en este período, hay un desplazamiento de los cereales y oleaginosos por parte de la ganadería, especialmente, vacuna, provocando no solo una migración rural interna, sino que la ganadería adquiere más importancia.
Finalmente, el nuevo rol del Estado constituye el cuarto y último factor de cambio en esta etapa, donde se desenvuelve como un “Estado de Bienestar” o, mejor dicho, un Estado interventor. La participación del Estado toma mayor importancia a partir del desarrollo de nuevos organismos e instituciones, para lograr que este tenga una amplia intervención económica. Se impusieron cambios profundos, completamente distintos al de antiguos períodos por la necesidad de salir delante de la crisis, transformando al estado en un Estado empresario. Asumió muchas más responsabilidades y más complejas en comparación a la etapa anterior, donde la política librecambista no dependía de las responsabilidades y el manejo del estado; en esta etapa más proteccionista, toma un rol más importante. Durante los 40´, fueron estatizados servicios públicos de gran importancia, como los ferrocarriles, el gas, los teléfonos, y más tarde, el agua, la energía y Aerolíneas Argentinas. Además, había una amplia presencia de actividad industrial. En los 50´, no solo las empresarias públicas adquirieron un importante dinamismo, sino que también se crearon instituciones estatales para el desarrollo y avance científico y se realizaron proyectos y campañas de infraestructura.
Todos los factores previamente nombrados y explicados la economía industrializada del país, principalmente caracterizada por la sustitución de importaciones. Esto trajo consecuencia tanto favorables, como lo es en el caso de Buenos Aires y la región del Litoral, pero muy particularmente la zona de Capital Federal, como consecuencias desfavorables, como lo es en el caso de las provincias del Interior. En la zona de Buenos Aires, específicamente Capital Federal y alrededores, no solo había una amplia concentración de población como consecuencia de el gran número de extranjeros que residían en esa zona y de la migración masiva proveniente del Interior, sino que también se debe al acelerado proceso de industrialización. Al haber más progreso en la ámbito industrial más que en el rural, tiende a generar un aumento de las migraciones: por un lado, por la escases del trabajo disponible en el campo, y por el otro, a partir del increíble desarrollo tecnológico y la amplia disponibilidad de empleo. Asimismo, el progreso lleva también un acelerado proceso de urbanización gracias a la nueva tecnología que se incorpora. En síntesis, el reconocido progreso industrial, me cambio de actividad predominante y la diferenciada distribución de la población en el ámbito nacional, provocó como consecuencia, la transformación de la estructura económica y la importante atracción de Gran Buenos Aires, únicamente. El resto de las provincias no tuvieron la misma suerte que la capital; “así, la industrialización del país situó su efecto integrador en un espacio limitado del territorio nacional, dejando fuera de su alcance al resto de las regiones argentinas” (Ferrer, 1960, pág. 360). El proceso de industrialización se dio para unas pocas provincias, no obstante, algunas de las provincias del Interior lograron la industrialización interna a partir de la posibilidad de generar productos primarios para las industrias, y de esta forma, garantizo puestos de empleo suficiente para mantener su economía regional funcionando. En conclusión, de alguna forma, funcionaban como una máquina, donde una abastece a otras dándole el equilibrio al sistema; pero esta máquina nunca logro llegar al completo equilibrio y terminal desarrollo industrial.
Es importante situar este proceso económico en su contexto histórico:
Principalmente, esta etapa se distingue por ser compleja, desordenada, desequilibrada, comenzando con estar en el período entre guerras, experimentar la Segunda Guerra Mundial, y transcurrir en la primer parte de la Guerra Fría. En el marco interno, se identifica la inestabilidad política: la crisis de la ideología y los valores liberales en la etapa de post guerra, el establecimiento de un gobierno radical fraudulento, un golpe de estado en 1943, los dos gobiernos de Perón, luego, la “Revolución libertadora” donde in intentaba restablecer los valores liberales, característicos a la etapa anterior al peronismo, el gobierno radical de Frondizi, apoyado por los peronistas, la restauración liberal, el autoritarismo de Onganía, el regreso del peronismo y la sucesión por parte de Isabel Martínez de Perón y, finalmente, el golpe de estado que determina el comienzo del gobierno militar en marzo de 1976.
Unos de los períodos políticos de mayor importancia fueron los que corresponden a los dos gobiernos peronistas, donde se desarrollaron el primer y el segundo plan quinquenal. Fueron importantes no solo porque presentaban un proyecto país, sino porque también el gobierno peronista fue una importancia influencia en el desarrollo industrial. El peronismo crecía en la armonía en la sociedad y no en la lucha entre clases, por lo que apoyaban al sector obrero y lo ayudaban otorgándole mejoras, además de considerar injusto al capitalismo por la distinta distribución de riquezas. Como consecuencia de esto, había construido una ideología de estructura económica donde el estado debía intervenir para lograr tanto el crecimiento económico como la armonía entre clases sociales. Durante su gobierno, instauro el primer Plan Quinquenal, el cual tenía como objetivo trasformar la estructura económica del país y, de esta forma, lograr un amplio desarrollo del mercado interno. Nacionalizó servicios públicos, instauró el sistema de sustitución por importaciones, el Estado controlo los precios de los productos de consumo popular, y fermentó el desarrollo de la industria liviana, entre otros cambios. Tanto la urbanización como el aumento de empleo, la alteración de la estructura productiva, y las migraciones internas lograron la equitativa distribución de ingreso y, además, una época de distinguida prosperidad. En su segundo gobierno, perón estableció el Segundo Plan Quinquenal, claramente distinto al primero, ya que Argentina comenzó a experimentar serios conflictos económicos y se requería de un cambio en el plan económico. Este segundo plan de país fomentaba principalmente el desarrollo de la industria pesada, favorecer al sector agropecuario mediante la mejora de los precios en el sector rural y alentar la llegada de capitales extranjeros que permitieran el avance del sistema de sustitución por importaciones. Asimismo, el plan incluía una reducción del gasto público, del consumo y el congelamiento de salarios para evitar el desmedido aumento de inflación. Esto logró, de alguna forma, una modesta recuperación, sin embargo, también provocó caos y descontento en la sociedad, causando un progresivo aumento de las críticas y las huelgas. Asimismo, el autoritarismo instaurado por el régimen peronista en este período, agravo la situación, aumentando las manifestaciones en contra del gobierno peronista; finalmente, el conflicto con la Iglesia causó la caída y el exilio de Perón en 1955.
El proceso de industrialización se dio en un marco caótico, complejo, donde había una enorme inestabilidad económica, donde se iba de un sistema liberal al sistema peronista, para luego terminar en un sistema autoritario, y así sucesivamente. Fue un período donde no hubo un definido partido en el poder, una ideología predominante a lo largo de estos 36 años, sino que existieron diversas, unas distintas de otras, y con el paso de nuevos presidentes al mando del país, de la misma manera se implantaban nuevos sistemas políticos económicos, no obstante nunca te terminó de definir uno en particular. Allí se haya la falla principal de este sistema, el problema que causó el fracaso de la industrialización: la debilidad política Argentina.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Capítulo II. El auge: el modelo agroexportador (1860-1930)

“Desde las últimas décadas del siglo XIX, el librecambio y la apertura incondicional al capital extranjero constituyeron la visión del mundo, el pensamiento único predominante, que sustento la estrategia del modelo primario exportador: comercio inmigrantes y capitales” (Ferrer, 1963, pág. 176)
A lo largo de este período, Argentina experimento un cambio radical respecto al ámbito económico: se comenzó a dejar de lado la vieja y precaria economía colonial para dar paso a un nuevo tipo de desarrollo mediante el modelo agroexportador. Este se lo denomina mas comúnmente como la “economía primaria exportadora”. El nombre describe en pocas palabras a que se debe el desarrollo económico del país: es “primaria” porque corresponde al sector mas importante de la producción nacional; es lo que se dedica a producir el país para subsistir, en este caso, la producción agropecuaria; mientras que “exportadora” se debe a que la comercialización de estos productos es elemento impulsor del crecimiento en este período. En otras palabras, la exportación de productos agropecuarios es lo que mantiene a Argentina funcionando como un motor. El desarrollo de esta nueva economía primaria exportadora esta íntimamente ligada no solo al protagonismo de Inglaterra como potencia mundial, sino también a la influencia de la Revolución Industrial y a su integración en el mercado mundial como exportadora de materias primas y alimentos.
Durante fines del siglo y comienzos de siglo XX, el país estaba siendo influenciado por los cambios desarrollados tanto en la primera como en la segunda Revolución Industrial. La transformación radical que realizo fue la expansión del capitalismo como modo de producción a escala mundial. La primera Revolución Industrial se dio a fines del siglo XVIII y a principios del siglo XIX, donde Inglaterra fue el primero en sentir estas transformaciones, no obstante, también la revolución provoco importantes alteraciones en los distintos países del mundo, entre ellos argentina. Se comenzó a fomentar la producción de hierro, a reemplazarse la producción manual por la industria y la manufactura, hubo cambios en la agricultura, en la población y en los medios de transporte (se desarrollaron los ferrocarriles y las maquinas a vapor para una mejor comercialización). En la Segunda Revolución Industrial, más correspondiente a esta época, se enfocó el uso de petróleo y electricidad, la producción en masa de bienes de consumo, se desarrollo tanto el cine, como la creación del teléfono y la comercialización del automóvil.

El desarrollo nacional se debe, por un lado, a las altas tasas de inversiones que realiza Inglaterra en aquellos países a los que denomina “espacios abiertos”, entre ellos, Argentina, ya que constituye uno de los principales centros de atracción no solo del flujo migratorio, sino también de el movimiento de capitales extranjeros por sus propensa capacidad de desarrollar actividades agropecuarias. (PIE DE PAGINA). Los países europeos, principalmente, Inglaterra, utilizaban tres líneas de acción: primero, buscan regiones donde las fuentes de materia prima y alimentos sean muy altas; segundo, penetran en sus mercados internos, además de comprarles sus alimentos y abasteciéndolos de productos maunfacturados; finalmente, invierte capital en las mismas, canalizan el capital para lograr un mayor rendimiento. Por lo general, estas inversiones consisten en préstamos a los gobiernos de escasa población y amplios recursos, con el objetivo de satisfacer y posibilitarles la oportunidad de cumplir un rol en el mercado externo: transformarse en exportadores de productos primarios. Esto ocurrió con Argentina, y la mayor parte de estos capitales fueron utilizados para servicios públicos, infraestructura, comercio, finanzas, actividades agrícolas, mineras y medios de transporte. La instalación de la red ferroviaria, financiada en su mayoría por capital extranjero, fue uno de los fundamentales cambios de infraestructura y mejora de la comunicación interna del país. En años previos, la integración física era muy deficiente ya que existían muy pocas redes ferroviarias que conectaran las distintas regiones del país. Gracias a los capitales extranjeros, progreso la comunicación interna.

Asimismo, el flujo de corrientes migratorias en el país también tuvieron mucha importancia en el proceso de formación de la economía primaria exportadora. Durante la segunda mitad del siglo XIX, la región Argentina estaba constituída no solo por un vasto territorio, sino también por un escasa cantidad de mano de obra; es decir, había muy poca gente en proporción al territorio. Después de la “Campaña del Desierto”, dirigida por Julio A. Roca, el país no solo había consolidado la frontera con la Patagonia, sino que también se habían sumado nuevas tierras al territorio nacional, que estaban siendo ocupadas previamente por los indios, por lo que las extensiones de tierras fueron mayores. Era tal la diferencia de proporción, que la escases de habitantes se tornó en un problema grave para el país, por la falta de mano de obra, en especial, para las zonas rurales. De esta forma, se comenzó a fomentar la inmigración; afortunadamente, muchos extranjeros se vieron atraídos, y durante este período, la migración creció enormemente. Mientras que en 1869, os extranjeros constituían el 12,1% de la población, en 1914 pasaron a formar el 30,3% de la población total del país. Esto se debe a que muchas de las personas que llegaban, solo venían para trabajar y luego de juntar suficiente capital, regresaban a su país natal; otros decidían instalarse en Argentina y no volver, hasta hubo personas que trabajaban para pagarle el pasaje a su familia. Esto se debía a que había una extensa diferencia de salarios y a las oportunidades sociales a las que estaban expuestos los inmigrantes en Argentina. La mayor parte de los inmigrantes provenían de las zonas rurales de Europa ya que, tras la revolución Industrial, el desarrollo del campo perdió importancia y comenzaron a trasladarse tanto a zonas rurales como a otros países; no obstante, como la mayor parte de los territorios ya estaban apropiados y la mayor parte convertidos en latifundios, muy pocos lograban obtener trabajo en el campo. Las opciones consistían alternativas de contratos de arrendamiento rural de muy corta duración o asentarse en las ciudades.

Por el otro lado, las revoluciones industriales fueron de suma importancia ya que, la producción en masa de bienes requería de un factor muy importante además de avanzada tecnología y maquinaria: materia prima. A partir de este desarrollo tecnológico, Argentina se convirtió en el mayor proveedor de materia agropecuaria en el mercado mundial. Según afirma Ferrer en su libro:

“ (…) la diversificación de las estructuras económicas europeas – particularmente la inglesa -, el desarrollo del ferrocarril, la revolución tecnológica en los navíos de navegación de ultramar y el desarrollo de las técnicas de conservación de los productos perecederos provocaron un crecimiento vertiginoso de las exportaciones de los productos agropecuarios y minerales” (1963, pág. 151)


A diferencia de la época colonial, donde estos productos eran excluidos de las exportaciones mundiales por la falta de métodos de conservación eficientes, los altos costos de los medios de transporte, la escasa diversificación tecnológica, a fines del siglo XIX, la producción agrícola y ganadera comenzó a ganar importancia en el mercado mundial. Argentina constituye uno de los principales países proveedores de estos productos gracias a sus características físicas y geográficas. (NOTA AL PIEEE). A partir de este cambio, se quiso imponer un nuevo sistema económico sobre chacras con el fin de lograr la ardua explotación de tierras pampeanas. Las chacras son una institución nueva, impulsada totalmente por un sector nuevo de la sociedad; consisten en territorios pequeños, donde el dueño vive y trabaja allí. Este nuevo sistema de chacras abre camino al desarrollo e la agroindustria y, más adelante, de la industria metalúrgica. La chacra se distingue enormemente de la estancia: esta institución es mas bien un latifundio, donde las ganancias provienen mas que nada de las rentas. Los propietarios de las mismas, por lo general, viven en grandes ciudades y tienen muchos trabajadores dentro de esta estancia. Esto posibilita la concentración de riqueza en pocas manos. Sin embargo, la presión política y económica logró imponer el modelo de estancia en el sistema económico Argentino, y como consecuencia, los inmigrantes se volcaron mas que nada al asentamiento en las ciudades.

En síntesis, se puede decir que el movimiento internacional de capitales en Argentina, las corrientes migratorias de la época, la expansión del comercio mundial, el desarrollo de la tecnología, la influencia de la Revolución Industrial y, más que nada, de Inglaterra, fueron los factores que llevaron al país a la Integración económica mundial, donde se desarrollo como un país proveedor de productos agropecuarios. La base de la economía Argentina se debe mas que nada, a la producción tanto ganadera como agropecuaria; la producción de ganado desde la época colonial consistió en el principal recurso y motor de la economía regional, y a fines del siglo XIX, comenzó a tomar importancia el gando ovino, es decir, las exportaciones de lana y carne ovina. Mientras tanto, al agricultura comenzó a tomar mas importancia y a desarrollarse de forma mas próspera y eficiente durante esta etapa, fundamentalmente la de cereales y lino. Hacia 1900, las producciones agrícolas y ganaderas se habían equiparado y en 1920, la Argentina ocupaba el primer lugar en el mercado mundial como exportadora de maíz trigo y lino, gracias al desarrollo de la maquinaria agrícola.

La integración al mercado mundial fue la que sentó las bases de la economía primaria exportadora; en otras palabras, los factores previamente enumerados y desarrollados fueron aquellos que constituyeron la bases económicas entre 1860 y 1930. Sin embargo, Argentina es un país muy dependiente con respecto al contexto internacional y eso lo convierte en un arma de doble filo, donde puede recibir severas repercusiones. Esto se ve claramente durante la Primera Guerra Mundial, donde experimentó cambios positivos como negativos: la guerra le proporcionó un aumento en la exportación de carnes congeladas a los países europeos en especial Inglaterra, su mayor comprador, mientras que EEUU, su mayor rival, había desaparecido del mercado de carne. Pero, por el otro lado, la Gran Guerra detuvo las inversiones de los países extranjeros en el país, hubo una gran crisis energética por la falta de petróleo y carbón, proveído por Inglaterra, y hubo serias dificultades con la exportación de granos. Esto generó una severa inestabilidad, ya que no estaba lista para depende de sus propios recursos.

Finalmente, con la crisis del 1929 y la Gran Depresión, la economía Argentina sufrió una gran disminución en el volumen de sus exportaciones y del ingreso de las importaciones, que perjudicó el ingreso aduanero, retrajo el consumo y disparó el aumento el desempleo. Además, produjo una fuerte desorganización de la economía mundial y a los productores de alimentos y materias primas: no solo nadie compraba los productos agropecuarios, sino que tampoco había productos industrializados disponibles en el mercado. Se produjo una estatización mundial; esto trajo, en consecuencia, cambios en la estructura económica del país. A partir de este suceso, se dejo de lado la economía primaria exportadora y se reemplazo con la sustitución de importaciones.