jueves, 19 de noviembre de 2009

Capítulo IV. La desindustrialización y el neoliberalismo (1976-2001)

“Las reglas del juego formalmente instaladas en el programa del 2 de abril de 1976 conforman las peores respuestas posibles a los desafíos y las oportunidades de la globalización” (Ferrer, 1980, pág. 419)
A partir de 1976, Argentino experimentó un nuevo cambio, respecto a la política económica nacional: se comenzó un creciente proceso de desindustrialización, donde no solo se desvirtuó y criticó el rol del Estado como un “Estado de Bienestar”, sino que comienza un proceso de privatización de empresas públicas y se fomenta el proteccionismo. Efectivamente, el cambio fue realizado no solo por el cambio radical de gobierno y presidente al mando, sino que también fue por la influencia de las ideas que se estabn desarrollando en Estados Unidos; el neoliberalismo comenzó a tomar un rol más importante tanto en Argentina como en el resto del mundo, pero a diferencia del resto, los cambios provocaron daños fatales. El neoliberalismo, a diferencia del proceso de sustitución por importaciones, sostiene y defiende el modelo económico capitalista y librecambista, y a lo largo de estos años, se marcó más que nada, por el cambio de la industrialización hacia la “desindustrialización”. Asimismo, se muestra claramente, el proceso de deterioración nacional; este es el punto donde la economía del país comenzó a decaer de forma drástica, provocando cambios irreversibles. Nunca presidente a los largo de esta etapa fue capaz de restituir la economía nacional; y durante los últimos diez años, los daños fueron tan graves, que finalmente acabó en la crisis del 2001.
En un contexto de caos e inestabilidad internacional, se desarrollo la cuarta etapa del modelo político económico Argentina. Este período se caracteriza principalmente por tres factores: en primer lugar, la profunda evolución y expansión de la globalización; en segundo lugar, por el incremento acelerado de la deuda externa de los países latinoamericanos y; finalmente, por el fin del “período dorado”, es decir, el período de industrialización. La expansión de la globalización provoco, por un lado, el movimiento de los distintos factores de producción, como por ejemplo, el comercio exterior, donde hubo un aumento en la producción mundial, esencialmente de aquellos objetos que requerían mayor elaboración, que poseen más tecnología y valor agregado; el aumento de inversiones, pero que se concentraban principalmente en países fuertes en la industria, el progresivo aumento de las migraciones, tanto de los países subdesarrollados hacia Europa, como viceversa. Por otro lado, hubo un asimétrico desarrollo en el contexto mundial, donde las riquezas las empezaron a concentrar unos pocos.
Asimismo, a partir de 1970, se produjo un incremento desproporcional de los préstamos por parte de las hegemonías mundiales; de este modo, “(…) la deuda externa latinoamericana aumentó vertiginosamente” (Ferrer, 1980, pág. 381) y fue, principalmente, por la pérdida de prudencia por parte de los países latinoamericanos que desmedidamente aceptaban estos préstamos, entre ellos, Argentina. Entre 1973 y 1982, la deuda externa aumentó de 5 mil a 44 mil millones de dólares, es decir, un incrementos del 800%, una de las cifras más altas que se registraron en Latinoamérica (pág. 381).
Dentro del contexto nacional, se registraron tres etapas políticas marcadas: la Dictadura Militar, entre 1976 y 1982, con la derrota en Malvinas; el gobierno de Raúl Alfonsín, entre 1983 y 1989, donde presentó su renuncia al puesto de presidente con la llegada de la hiperinflación a causa de las fluctuaciones de su modelo político económico; y finalmente, los dos gobiernos consecutivos de Carlos Menem, que acabaron en el año 2001 con la crisis Argentina y “el corralito”.
Luego del débil gobierno de Isabel Perón, segunda mujer de Juan Domingo Perón, incapaz de incapaz de erradicar la violencia, restablecer el orden y conducir eficientemente la economía, fue sacada de su puesto con un Golpe de Estado del oficialismo en 1976, donde se declaró un gobierno de facto. A partir de ese momento se instauró la Dictadura Militar, y con él un proyecto económico denominado “Proyecto de la Reorganización Nacional”, impuesto por el ministro de Economía, Jose Alfredo Martínez de Hoz, el cual pretendía detener la especulación, resolver el desorden económico, alinear de nuevo al país, restablecer el rumbo de la economía Argentina en el mercado, contener la inflación y estimular la inversión de capitales extranjeros. Este nuevo proyecto implicaba esencialmente un cambio brusco en la orientación política económica, y esta influencia ideológica corresponde al neoliberalismo que se estaba desarrollando en el exterior. Ergo, este cambio implicaba el proceso de desindustrialización y retornar al antiguo sistema agroexportador, por lo que se empezó a fomentar de nuevo la producción agropecuaria y se querían también estimular la inversión extranjera en la zona rural. En adición, este proyecto de reorganización se focalizó más que nada en tres objetivos: la apertura económica, mediante la reducción de protección de los productos internos y la disminución de impuestos a los productos importados, en otras palabras, se vuelve al antiguo método de importaciones, y se deja de lado el intento de autoabastecimiento; la redistribución del ingreso; y, finalmente, la reforma financiera para permitir el ingreso de capitales desde el exterior. La crítica hacia la intervención del Estado en el antiguo modelo también fue fuerte: afirmaron que “(…) los efectos negativos de este modelo [de industrialización] eran la fuerte presencia estatal, el elevado proteccionismo, y la persistente inflación (…)”. Se ve claramente la ideología neoliberal, por el que el Estado dejo de cumplir el rol de Estado empresario. Finalmente, la desindustrialización se llevó a cabo de forma acelerada por la incapacidad que veía el gobierno de competir con ellos productos manufacturados importados; se congelaron los salarios, y se estableció el librecambio.
En un comienzo, parecía que estas medidas lograrían avances en el país ya que había logrado detener la inflación; no obstante, causó efectos contrarios, incluso catastróficos que dejaron hasta hoy sus vestigios. La enorme creciente de desempleo y pobreza, el desorden macroeconómico, el caos, la violación de los derechos humanos, la dependencia, la caída del salario real, los 30 000 de desaparecidos, el gran endeudamiento externo, la inflación y la derrota en Malvinas fueron las consecuencias de este proyecto, que provocaron daños irreversibles y que tuvieron su repercusión en el futuro; como en el gobierno de Menem. La etapa de la Dictadura Militar fue una etapa desastrosa para la economía Argentina y de allí se derivaron los consecuentes problemas.
Con la caída de los militares en 1982, un hombre llegó con un planteo para intentar solucionar los problemas catastróficos que estaba padeciendo el país. Raúl Alfonsín, asumió el mando en una situación trágica: recesión, desempleo creciente, desocupación, inflación al borde de una hiperinflación, y con una deuda externa de 45 mil millones de dólares. Él planteó una política económica, al igual que los militares, neoliberal, pero con algunos cambios, que se desarrollo en tres etapas. En la primera etapa, planteo no solo el incremento del PBI anual en un 5%, sino que también pretendía contener la inflación, elevar los salarios reales de las personas, utilizar los fondos para mejorar la educación y la salud general, y además, llevó a cabo el Plan Alimentario Nacional, donde otorgaba canastas familiares de comida a costos ms bajos para aquellos que carecían de recursos. Esta primer parte fue un completo desastre porque se agravó la situación enormemente y hubo un aumento de la desocupación y la pobreza. En 1985, Alfonsín planteó una “Economía de guerra”, donde correspondía una reducción del gasto público, el aumento de las tarifas y la suspensión de obras públicas. Asimismo, estableció el “Plan Austral”, donde incorpora una nueva moneda: el austral. Esta etapa presenta mejoras significativas en el empleo, los salarios y en la producción; no obstante, no lograba sostener ni alcanzar el equilibró macroeconómico. Último pero no menos importantes, fue la tercera etapa en 1988, donde implantó el “Plan Primavera”, el cual establecía tanto la privatización de empresas estatales como la apertura de la economía, pero no se pudo sostener más que nada por la enorme oposición y el escaso apoyo. En fin, el proyecto fracasó; consecuentemente, la devaluación de la moneda causa un incremento acelerados de los precios en un 1700% y finalmente, desemboca en una hiperinflación. En esta instancia crítica y a seis meses de terminar su gobierno, Alfonsín presenta su renuncia; y este período es conocido como la “década perdida de los años 80´”
Para ir concluyendo con este período, desembocamos en los dos gobiernos – peronistas - de Menen, donde continuó con este implante neoliberal. Él, principalmente, quería tanto la apertura económica como la privatización de empresas públicas, la reforma del estado, y la desregulación de los mercados; es decir, que perseguía los mismos objetivos que los militares y que su predecesor, Alfonsín; sin embargo, los llevó a cabo a través de métodos diferentes: su ministro de economía, Domingo Cavallo, instauró el “Plan de Convertibilidad”, “(…)el peso tendría una paridad “uno a uno” con el dólar, y esta paridad estaría garantizada por el Estado” (“La enciclopedia del estudiante: Historia de la Argentina, 2006, pág. 243). El proceso de privatizaciones, la declinación de la inflación y la estabilidad de los precios fueron otros de los métodos que se utilizaron; pero el Plan de Convertibilidad logró tanto el incremento del PBI, la disminución de la inflación, el aumento de inversiones de capitales extranjeros y del consumo. Sin embargo, este plan era un arma de doble filo porque, por el otro lado, había un déficit en la balanza comercial, la deuda externa iba en constante aumento y el generalizado consumo de productos importados provocó que munchas empresas nacionales cerraran y, en consecuencia, incremente la desocupación.
El pueblo, incapaz de ver la otra cara de este plan y la crisis que se se desencadenaría a futuro, reeligieron a Menem como presidente, pero el país ya no era el mismo a esta altura y poco a poco comenzaron a salir a la luz las tensiones sociales y políticas. Diez años luego de ser electo presidente de la Nación por primera vez, la situación Argentina era inviable y los problemas económicos empezaron a aparecer paulatinamente: decreció de forma considerable el nivel de actividad, mientras que se generó un incremento de la desocupación y el subempleo, los salarios reales decayeron y hubo una gran caída en la acumulación de capital, aumentó el índice de pobreza y se deterioró tanto al salud como la educación y la seguridad. Menem abandono su gobierno en 1999, dejando encima del país esta situación crítica, culminante, a punto de llegar a la catástrofe.
Mientras transcurría esto, fuerzas de la UCR y Fresado unieron fuerzas y formaron la Alianza, entre los que conformaban esta alianza se encontraba Fernando de la Rúa, el cual fue elegido presidente en las elecciones de 1999. La situación económica argentina en ese punto era crítica, ya que el Estado no tenía forma de financiar sus gastos y no había prácticamente inversión de capitales extranjeros. Se requería la urgente devaluación de la moneda y terminar con la convertibilidad, pero el presidente se negó; el sistema financiero se encontraba al borde del colapso y el propio presidente se encontraba aislado ya que había perdido el apoyo de muchísima gente, hasta de la propia Alianza. Finalmente, la economía Argentina colapsó en el 2001 y se produjo una enorme movilización popular. Se decretó el “estado de excepción monetaria”, mejor conocido como “el corralito”, donde los depósitos bancarios quedaron paralizados, el dinero desapareció de las calles y se ponían hacer extracciones de montos bajos. Era tal el estado caótico, tanto económico, como político y social, eran tales los saqueos, los “cacerolazos”, que el presidente presentó su renuncia y fue reemplazado por Adolfo Rodríguez Saá.
Claramente, este período consiste y muestra la decadencia de la economía Argentina, como paulatinamente las fluctuaciones y problemas fueron saliendo a la luz, a raíz de esos problemas que nunca se solucionaban, la crisis fue incrementando, como un vaso de agua hasta que en el 2001, “se llenó” completamente, provocando el colapso. No obstante, no fue producto de esta etapa únicamente, ya que, se puede ver en capítulos anteriores que la crisis, la deuda, la debilidad política provenía de antiguas etapas.

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